Amigos de la "blogosfera"

miércoles, 29 de septiembre de 2010

LOS VIKINGOS TOMAN CATOIRA



El primer domingo de agosto se celebra en Catoira (Pontevedra) la fiesta de la "Romería Vikinga", claro cuando uno oye la palabra romería, casi inmediatamente lo relaciona con un viaje o caminata hasta un lugar sacro donde se celebra la fiesta en honor a tal o cual Cristo, Virgen o Santo/a, pero este no es el caso, no se si me equivoco, ¿pero es posible que esta sea la única romería pagana del mundo?
Desde luego la fiesta no tiene desperdicio, ya por la mañana en la campa se instalan pequeñas carpas donde degustar platos típicos de la zona y donde los más noctámbulos tras su particular "fiebre del sábado noche" compensan con viandas el exceso de alcohol de la noche anterior. Grupos de gaiteros amenizan la espera del momento cumbre del día ¡El desembarco vikingo! el ambiente es amable. distendido, jovial.
Poco a poco las gentes convertidas ya en multitud se agolpan en las "Torres del Oeste" a la espera de divisar en lontananza las naves vikingas, hasta que por fin, llegada la hora del medio día, dos Drakar cargados hasta los topes de gentes del norte bajo los efectos de alguna "pócima druídica" y dando fuertes voces para amedrentar a sus enemigos desembarcan ruidosamente.
La fiesta se desboca, todo se convierte en una bacanal de gritos, saltos, carreras, salpicaduras de barro y vino, espadas, mazos, cadenas, caras rojas y negras de desmesurado gesto... Éxtasis es la palabra que mejor define el momento. Después, en la carpa grande, todos a comer en hermandad pulpo y costilla de cerdo.

"En el fragor de la lucha todo es silencioso ruido"

jueves, 16 de septiembre de 2010

SOBRADO DOS MONXES I


El Monasterio de Santa María la Real en Sobrado dos Monxes nos impactó desde que accedimos a la verde explanada ornada de coníferas que jalonan su entrada principal. Una solitaria tienda de campaña anclada a su bien cuidado césped denotaba que el lugar es de acogida de peregrinos, por aquí desciende el Camino de peregrinación del Norte ya próximo a Arzúa, donde se unirá al Camino Francés hasta su llegada a la ansiada cita Compostelana.
Lo que más me llamó la atención de este singular edificio no fue su majestuosa arquitectura, sino como la naturaleza invade los espacios pétreos creados por el hombre aprovechando los resquicios que siglos de abandono propician, dotando así al espacio de una impensable combinación de color en múltiples tonos.

"Aun resuenan en mi oído los ecos varoniles de los monjes desgranando uno a uno melismas gregorianos"